CARTA A MI PEQUEÑA...
Sentir amor es uno de los
regalos más maravillosos que nos da la vida. Una mezcla entre instinto, alma,
mente y corazón, que hacen que cuando te miro a los ojos, lo único que quiera
es protegerte y darte lo mejor que puedo dar.
Cuando llegaste a mi vida todo
cambió. Tenerte cerca ha sido el premio mayor que la vida me ha dado. No hay un
momento del día en que no piense en ti, en que te extrañe, en que
dé gracias al universo por tener la posibilidad de decir que ser tu mamá
me ha llenado de cosas buenas, una montaña rusa de emociones que me hacen
sentir amor en cada poro de mi cuerpo.
Quisiera poder regalarte todo
lo bueno de este mundo. Quisiera de todo corazón que solo te pasen cosas que te
hagan feliz. También sé que la vida está llena de sucesos de los que yo no
podré protegerte, pero tienes que saber que al final del día, todo estará bien.
Las lágrimas son parte del camino que tienes que vivir para seguir creciendo y
yo quiero verte crecer en toda tu dimensión.
Espero estar siempre a tu lado
para poder levantarte cuando te tropieces. Cuando te rías tan fuerte que tu
carcajada se sienta al otro lado del mundo. Cuando conozcas el amor y quieras
emprender tu vida acompañada. Quiero estar contigo en todo, en lo bueno y en lo
malo, y quiero que sepas que cuentas conmigo para eso. Soy tu mamá y no hay
mayor dicha en mi vida que hacerte saber que estoy aquí para ti, para quererte,
para poner mi hombro cuando quieras llorar, para darte un abrazo y para
tratar de aconsejarte.
Te quiero tanto que de solo
pensarlo me emociono. A veces no sé cómo contener tanto amor. Experimentar la
sensación de poder dar hasta la vida por otra persona es algo magnánimo, y me
regalaste poder sentirlo por ti. Solo espero haberte criado bien y pensar que
lo darás todo por seguir tus ideales, por contribuir en este vida que te ha
visto crecer. A saber agradecer con humildad las cosas buenas que te pasan, a
mantenerte siempre creativa, a tratar de alcanzar todos tus objetivos, a
pensar siempre en que existe otra persona a la que le afectan tus
acciones y a superar con fuerza las adversidades.
Te pido que con los años me
vayas teniendo paciencia. Los días no pasan en vano y con el tiempo me olvidaré
de algunas cosas, me cansaré un poco más y quién sabe qué destino me espera.
Pero siempre seguiré siendo tu mamá, sintiendo lo mismo por ti desde el
día en que te pusieron en mis brazos, y te acompañaré desde donde quiera
que esté.
Te quiero infinitamente,